Apenas sabemos nada

Somos más que la suma de nuestro deseos, pero somos casi todo deseo, somos anhelos buscando su camino, raciocionio recortando la realidad para encajarla.

Somos vida, vida y mucho misterio. No sabemos apenas nada, creemos saber a dónde vamos, pero desconocemos por completo hasta dónde llegaremos, y mucho menos si al llegar será eso mismo lo que realmente un día quisimos para nosotros.

Siempre hablamos de no perder el tren de nuestra vida, de subirnos a él a tiempo. Cuando en el tren llevamos desde el primer llanto tras el primer latido fuera del calor de aquel útero que nos protegió.

Y no somos más que almas que creen que conocen las respuestas, o que se empeñan tanto en buscarlas como en resolverlas. Almas cándidas unas, rabiosas otras, y las más buenas gentes que tan sólo queremos encontrar esa porción de felicidad a la que creemos tener derecho. Cuántas veces nos habremos quejado de que quien hizo el reparto nos dejó el trozo de tarta más chiquito.

Pero si casi todos nos quejamos algo no cuadra, o hay muchos que no sabemos valorar lo que sí que tenemos, o alguien se está poniendo las botas de ser feliz, y los demás apenas si lo olemos.

Apenas sabemos nada, justo lo que pasó, y de eso el recuerdo y la memoria nos da siempre una versión muy "transformada", y del futuro desconocemos tanto, que es de vértigo asomarse a esa ventana e intentar ver más allá del alfeizar al que apenas nos agarramos.

Yo sé algo con certeza, y no muy absoluta, soy yo, en continuo cambio y transformación, caminando, descandando, marchando ya en ese tren que supuestamente ha de pasar, y ni siquiea sé si he de bajarme en alguna estación, sin embargo no me arrepiento de estar en él.

Porque cuando los deseos, los anhelos, las ilusiones y los sueños, las esperanzas, todo parece perdido, recuerdo algo, soy lo más importante que tengo y me quiero.